Todo este periplo realizado por las maravillas de Xàbia estrujando las pocas neuronas que sobreviven en mi arrugado y vetusto cerebro, busca ansioso entrar en el corazón de Xàbia, y así, aunque fuera milagrosamente que Xàbia entrara en mí.
Tarea difícil -o fácil-, pero mi insistencia no cesa hasta empaparse de la luminosidad y belleza de este lindo pueblo, hermoso y atractivo del mediterráneo.
Llevo mucho tiempo descubriendo algunas de las bellezas que me enamoran de Xàbia. Creo que aún, después de 50 años visitándola, no conozco ni la centésima parte de todas la maravillas e historia que enriquecen y engrandecen a esta ilustre Villa Alicantina. Seguro que habrá muchísimas de las que no me habré percatado, por descuido, por desconocimiento, o porque siempre existen lugares escondidos que pasan desapercibidos para el ojo humano.
Es indispensables recurrir a los ancestros que ennoblecen la historia de un pueblo que sabe divertirse, trabajar y acoger a los foráneos con amabilidad y solidaridad para que se sientan cómodos y se integren en sus atractivos y
en sus integradoras costumbres. Nadie se sentirá discriminado ni menospreciado, sino todo lo contrario, bien recibido y agasajado si se lo mereciera.
Por muchas sorpresas que te lleves siempre habrá un rincón, una cala, una playa oculta, un lugar o un pequeño detalle que te asombrará, y que motivará tu espíritu, te relajará y te dará paz interior.
No es realmente difícil vivir con una constante luz y vistosidad que nos deleita, nos atrae y nos cala hasta el tuétano de los huesos para aportarnos felicidad y alegría humana y espiritual.
Hurgando en mis recuerdos y nostálgicos relatos, un día quise saborear el placer de los cinco sentidos mediante la impresionante luminosidad de las sensaciones que me producen las satisfacciones con las que complace Xàbia, y escribí:
«Jávea, un gran gozo para los cinco sentidos»
La Vista.– Se recrea con entusiasmo, con regocijo de los contrastes que tu montaña y tu mar conjugan en el mismo lugar, en el mismo instante, haciendo resplandecer la luz del alma, que queda extasiada y exhorta. Mires desde donde mires, te sientes donde te sientes, en el Montgó, en la Plana, en el Cabo La Nao, de frente de espaldas, siempre caminas hacia el cielo. Unos contemplan tu belleza al amanecer, otros al mediodía, algunos al atardecer y la mayoría todo el día. Y además…
Allí, donde el mar se junta con el cielo.
allí, quisiera besarte,
allí, que con la vista no llego,
allí, por siempre adorarte.
El Oído.– Se regala ante cualquier sonido que resuene en derredor para enaltecer el espíritu al escuchar : unas veces el ruido de las bravas olas y en otras el sosiego de tu Bahía. La brisa suave al atardecer y al amanecer acaricia suavemente la piel y con el agradable sonido del graznar de las gaviotas te adormece gratamente. No menos interesante resulta tu grandioso y extraordinario “Castillo de fuegos artificiales” en las Fogueres de Sant Joan el 24 de junio con una luminosidad espectacular antes de la cremà de la falla, o el de las Fiestas de septiembre, en honor de la MARE DE DÉU DEL LORETO, (la vista se recrea y el oído se regala). Desde la
escollera del faro verde, despegando del suelo hacia el cielo, del suelo hacia el mar y del mar hacia el cielo, vista y oído, combinando colorido y estruendo, convierten tu Bahía en un lugar majestuoso, en la encrucijada
entre el Cabo La Nao y el Cabo San Antonio, mientras todo el que lo contempla queda embobado, no pudiendo articular palabra, y como mucho exclama:
OOOHHH… y no puede resistirse a repetir al año siguiente. Y…
Para acunarte en las olas
donde el amor brille siempre,
para oírte a todas horas
sin que nada impida verte.
El Olor.– Con que embriaga en las cuatro estaciones del año el aroma de tus flores, tus naranjos (oliendo a azahar), tus pinos arropando tu preciosa Bahía, elevando sus erguidas cúpulas hacia el cielo, que son un estandarte magistral, la variada vegetación, que te adornan y engalanan, así como ese olor a mar y a marisco al amanecer, al atardecer y a todas horas del día.
Porque:
Cuando amanezca el alba
sea el principio y no el fin,
para que el sol llegue al alma,
y el olor me llene de Ti.
El Gusto.- El paladar se recrea con la multitud y variedad de tu gran riqueza marinera, de peces que se arremolinan en tu Bahía. Su sabor especial (peces que se alimentan de tus vetustas rocas y de tu exquisito
placton, etc.), hace que sean uno de los manjares preferidos de los autóctonos y visitantes. Tampoco hay que descartar tus sabrosos y variados productos mediterráneos (cereales, uva de mesa (única y excelente), fruta, verduras, etc.) que despiertan el paladar y abren el apetito con sus exquisitos y deliciosos sabores. Para:
Que el aire los besos lleve
con las olas a la orilla,
para que el gusto me llegue
cuando tu Bahía brilla.
El Tacto.- Se estimula la sensibilidad táctil y corporal, simplemente con recibir la caricia de la brisa dulce y suave de tu mar y el aire aromático de la variedad de flores de tu montaña, que endulzan y suavizan toda la dermis del cuerpo, por la que resbalan con mimo, embriagándote de éxtasis de felicidad espiritual, que con arrebatadora tranquilidad, te envuelven en esa brisa y en ese aire acaramelado que te elevan entre algodonadas nubes, al contacto con la gloria celestial. Porque:
Allí, en el inmenso mar,
sin otro techo que el cielo,
allí, quisiera palpar,
tu amor y el mío, en un velero.
Tras un dilatado, placentero y delicioso recorrido acabé el periplo en la cumbre del mítico Montgó. En la cima del mismo, divisé todas las divinidades que atesora Xàbia, y como si levitara hacia la cumbre celestial y gloriosa, pensé por unos instantes:
Eso que nos preguntamos
repetido y repetido
¿eres feliz, has vivido?
¿cómo nos lo contestamos?
Solo un poco de comprensión
de atención, de compañía,
una brizna de alegría
un momento de ilusión
como un niño agradecería
una palabra, un perdón,
todo lo que necesitaría
una caricia de amor
¿quizá pido en demasía?
Porque a Jávea se viene a disfrutar y vivir en paz, no a padecer y sufrir. Pues eso, ven a Jávea y sentirás que vives feliz y lo agradecerás. Por lo que, mi mayor ilusión es «Entrar en Jávea y que Jávea entre en mí».
Juan Legaz Palomares.
Poesía.
Ensoñación.
Parcial.
¡ámame menos y cuidame más!
👍 claro