Aunque estemos en tiempo de Navidad y apetezca un relato navideño, esta semana traemos otro tipo de cuento, uno de esos que tienen que ver con personajes reales que superan todo tipo de ficción y que en el ámbito local, todavía no se ha producido el estudio pertinente a dicha figura.
Hubo una vez un político xabiero, de los de raza, que enviudó de su primera esposa, y con el tiempo, accedió a contraer segundas nupcias. Para ello, en las horas de tedio mirando al mar, en la naya de su finca ‘La Senia’ en el Primer Montañar, urdió junto a sus amigos -entre limonada y cassalleta- su próxima boda. Buscaron en los anuncios clasificados de un periódico de derechas de tirada nacional de los años 40, alguna dama de la sociedad madrileña que buscará nuevo cónyuge. ¡Bingo! Una mujer de origen cubano pareció la candidata idónea… En aquellos tiempos, una persona procedente de Cuba en la península, era sinónimo de fortuna en el equipaje. Y así fue. Se conocieron en persona y celebraron el enlace. La dama en cuestión se fue a vivir a Jávea con sus bártulos y un loro. La tacañería de su esposa, hartó al político xabiero que no tardó en conchabarse con su secretario personal, para simular el secuestro del loro y pedir un suculento rescate a su propia esposa. El dinero se pagó pero todo se descubrió y Romualdet -nuestro político xabiero- de quedó sin loro, sin dinero y sin esposa.
Con este surrealista preámbulo, desempolvamos pues, la biografía de Romualdo Catalá Guarner, cuya trayectoria y personalidad, bien valen una serie en Netflix, ya que sólo esbozar parte de la vida de uno de los protagonistas más curiosos de la historia de Jávea, darían para cinco temporadas.
Pícaro de libro como su padre Juan Bautista Catalá Gavilá -diputado en Cortes en el último tercio del siglo XIX- trajo a Niceto Alcalá Zamora a Jávea, pero también a políticos siniestros como el famoso Capellà de fusta. Romualdo fundó junto a su progenitor, Las Ligas Anticaciquistas, un partido que obtuvo aceptación popular y que era una copia de otra formación gallega de oscuro liderazgo, la de Basilio Álvarez, cura Fake o cómo le bautizaron en Jávea, el Capellà de fusta. Este falso sacerdote se dedicó a dar mítines, invitado por Romualdet, para embaucar a los xabieros piadosos y a las élites locales tradicionalistas, pero a pesar de ir ataviado con majestuoso manteo, impoluta sotana y sombrero con borlas, el clérigo patinó en su última actuación. Al Capellà de fusta se le vio bailar agarrado a una muchacha en la fiesta de despedida del propio Basilio, que los Catalá organizaron en su casa aquella noche. Así acabó la treta política de Romualdet y su cura fake.
En la Dictadura de Primo de Rivera, Romualdo Catalá Guarner se fue desterrado a Marruecos voluntariamente, pues desde el gobierno, ya se le había amenazado con el exilio a Fernando Poo en Guinea Ecuatorial. Se había granjeado la enemistad de demasiada gente poderosa en Jávea y Valencia. Allí permaneció hasta la proclamación de la República en 1931.
En este periodo nuevo, Romualdet siguió relacionándose y carteándose diariamente con ministros de toda índole, ya que su pertenencia a la ‘Logia Lixus’ de la Masonería, le benefició enormemente en estas lides. En 1933 fue nombrado Gobernador Civil de Pamplona durante tres días. Romualdet usó este título hasta el mismo día de su muerte, en cuya lápida figuraba ‘Ex Gobernador de Pamplona, como así lo hacían también sus tarjetas de visita’.
Como sus aires de señorito y su dilatada historia no se habían podido borrar por completo, el Comité Local de Jávea le incautó las tierras en el verano de 1936 y algunos testigos sostuvieron, que a Romualdet se le vio cavar zanjas junto a otros terratenientes de la villas. Durante la Guerra Civil logró escapar junto a su padre a Madrid, pasados los meses. El regreso, finalizada la contienda, merece otro artículo…
Acabó militando en Falenge para que el recién estrenado Régimen del General Franco le dejara tranquilo, aunque no fue así. Vivió en el Hotel “El Comercio” de Denia, donde también tenía su despacho como abogado. Con su flamante automóvil -un Buick negro de los años 50- se paseó por Jávea para dejarse ver, emulando así, sin saberlo, a los antiguos hidalgos españoles sin plata ni oro, que con su capa noble bien colocada y su espada al cinto, iban por las calles de las ciudades españolas del Siglo de Oro.
Murió a finales de los años 70, a los pocos días de ser atropellado por un coche en el Raval de la Mar, antes de llegar a su casa.
Quiero agradecer a mi amiga Salomé Rodríguez Pérez, la documentación, imágenes y anécdotas de este singular pariente suyo, paradigma del pícaro español en tierras xabieros.
José Font Caballero
M’ha agradat molt per què recorde molt bé al tio Romualdo. Quan les meues germanes i jo teniem que anar a Dénia, ell ens duia amb eixe cotxe tan llarc que anomena l’article, donat que anava tots els dies al seu despatx d’advocat a la ciutat veïna. És per això que pense que vivia a Xàbia, des dels anys seixanta del segle passat al menys. Una anècdota que ens divertia molt era que conduïa a vint per hora i fins arribar dalt de tot de La Plana el cotxe es calava cntinuament. També recorde que era escèptic i molt divertit.
Fabulosa narraçió.Recorde vagament que la meua avia,en les sues xarrades,comentá semejant relat.Historia pura i reial.Feliçitasións!!!
Me ha encantado el artículo, era como el pequeño Nicolás de la época
Dicen los que saben, que para entender el presente, hay que conocer el pasado…gracias por el relato, muy interesante.
Brillante narración !
¡Genial! Magnífico artículo para disfrutar con su lectura. Y merece ser continuado, porque aún queda qué rascar.
Jávea es rica en personajes inéditos; hay para todos los gustos y tendecias, con singulares historias en sus mochilas que bien merecerían una saga de TV.
Me ha encantado el artículo.
Así no caen en el olvido y el anonimato los personajes ilustres del pueblo de JAVEA.
Bravo José Font.