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‘Pobrecitos viejecitos’, por Juan Legaz Palomares

07 de junio de 2020 - 07:58

La conclusión más benévola confirma que el coronavirus dichoso está arramblando con la mayoría de los viejos que tienen más de 70 años. O, dicho de otra manera, se está cebando con los que lo han dado todo por nosotros, pero ahora son más débiles físicamente. Triste realidad. Los cálculos apuntan, a que un 70% de los fallecidos son ancianos. ¿Toma nota el lector?

Parece que esta pandemia ha fijado su objetivo en acabar con los mayores. Como si no fueran útiles. Se palpa con cierta sutileza en la sociedad actual un descarado desprecio hacia los viejos. Son un estorbo, una carga, un incordio que molesta a la desenfrenada vida que hemos elegido. Entorpecen los planes y las previsiones de vacaciones y los proyectos con los que enfocamos la vida que nos hemos programado. Se oye con frecuencia: “El abuelo no está para estos trotes”. Una forma de marginarlo y dejarlo arrinconado como si fuera un trasto inservible.

Los consejos u orientaciones de los viejos están en desuso. Debo confesar que muchas de mis enseñanzas, o la mayoría, están fundamentadas en la sabiduría y experiencia de los mayores.

Entre las prisas, la desidia y la revolución de las nuevas tecnologías ignoramos las más elementales necesidades de los seres humanos. Estamos abocados a poseer riquezas, al poder, y poco a poco nos vamos hundiendo en un placer
ficticio, dominador, que nos ofusca y que nos arrastra al desastre. Nos hemos acostumbrado a creer que todo resulta fácil y viene sin esfuerzo. Que pulsando una tecla en el ordenador por internet nos resuelve los problemas rápidamente y nos infunde sabiduría sin límites.

Todos opinamos de todo y todos sabemos de todo. Decía Blais Pascal: "El que cree tener razón entre todas las cosas, la razón de las cosas desconoce".

Nos creemos supermanes. Arremetemos contra la naturaleza, olvidándonos de que es la fuente fundamental de la vida y la maltratamos sin piedad y hasta con altanería, desafiándola. Y hasta nos olvidamos de que somos mortales.

Somos tan ilusos que desdeñamos escuchar, leer y aprender de los sabios que son el mejor tesoro que podemos heredar. Debemos pensar que la sabiduría se va adquiriendo poco a poco, con esfuerzo, constancia, y concienciarnos de que todos los bienes que tenemos no son gratuitos. Si somos conscientes de que nuestros antepasados: sabios, filósofos, científicos, nuestros abuelos y padres que trabajaron para dejarnos un mundo mejor son un tesoro admirable que deberíamos aprovechar, mimar y fomentar, habremos avanzado bastante en la mejora de una vida mucho más razonable y placentera.

Quizá estamos buscando felicidad en la oscuridad. Nos ciega la avaricia, el egoísmo, y desoímos a nuestro corazón vaciándolo de contenido amable a cambio del placer mundano. Y lo peor en esta crisis sanitaria es que hay muchos
viejos y mucha gente que en los últimos días de su vida muere sola sin recibir una palabra de aliento o una caricia.

Juan Legaz Palomares

2 Comentarios
  1. juan garcia patiño dice:

    Es un articulo clavado para que lo leyera nuestro presidente de desgobierno aunque un alma como la suya llena de avaricia y
    ambicion poco le iba a importar para el y los que les acompañan,iglesias,avalos,montero,calviño,illa,simon solo les importa el
    poder y llenarse lo bolsillos de ellos,familiares y amigos y piensan que el covid 19 les ha salido redondo por los 40,000 viejos
    muertos y los decretos leyes que nos llevan a la republica o la dictadura que es lo mismo para perpetuarse en el poder,asi
    que no esperemos democracia mientras esta banda de desalmados este en el poder.

    • Felip dice:

      Xe, Juan, relaxa’t que un dia et rebentarà la fel. Mira, en democràcia governa qui té més recolzaments i ara per ara és un govern progressista i legítim. Ja sé que et costa entendre, però no deixes d’intentar-ho. Una abraçada.


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