Sigo con preocupación, con atención, pero, sobre todo con fe y esperanza los acontecimientos tan dolorosos que afectan al mundo y a España con la desgraciada virulencia con la que actúa el Covid-19 sobre los seres humanos. Es
una pesadilla que atormenta a toda la sociedad mundial sin distinción de clases sociales, jerarquías o distinciones de nadie en particular. Son momentos de psicosis colectiva, desorientación, de caos. No sabemos el rumbo que debemos seguir, porque las informaciones son confusas, variadas y también desconcertantes, salvo en algunos consejos puntuales de las autoridades competentes.
Ni siquiera los más destacados expertos en virología o epidemiología saben con exactitud marcarnos unas directrices fiables, que sean capaces de orientarnos hacia unas pautas que nos hagan vislumbrar una luz al final del túnel.
Creo que todos los lectores siguen con especial atención y minuciosamente las noticias y las informaciones que, prácticamente cada hora nos revelan los distintos medios de comunicación, así como las directrices de las autoridades sanitarias y gubernamentales con el fin de salvaguardar el bien más preciado del que debemos preocuparnos: la salud.
El temor y la psicosis se apoderan de nosotros sin piedad y, no solo los creyentes, sino que todo el mundo acude o busca refugio en aquello en lo que cree, ya sea en Dios, o en el apoyo o protección de la ciencia o del sabio, o quizá del brujo que, posiblemente pueda solucionar la terrible desgracia que nos produce una desolación inédita e imprevisible. Y por qué no decirlo, en muchos casos, ruinosa e incomprensible.
La muerte, el caos, la desesperación y el dolor están servidos. Ante esta tétrica, triste y dramática situación, he traído este comentario a colación para alzar una rogativa al Nazareno de mi querida Xàbia para que la libre de esta trágica epidemia del coronavirus, y salga sana y salva de la misma. Ya sé que Xàbia profesa una devoción apasionada a su Nazareno desde hace más de dos siglos, pero especialmente desde que creen, que Él, les liberó de la epidemia del cólera mórbido en el año 1834 (apareció en varios pueblos de la comarca alicantina. La epidemia se propaga por el interior: Elche, Monóvar, Alcoy y por la costa: Benidorm, Dénia, Jávea, etc. En Alicante en 1854 fallecen 1.900 personas y varias más en toda la comarca. En Jávea se encomiendan a Jesús Nazareno y se vio libre del azote de esta mortal enfermedad).
Xàbia y los xabieros -creyentes o no- se lo atribuyen a su Nazareno que los salvó de la terrible epidemia y, desde entonces le profesan adoración, devoción, le tienen una fe inquebrantable y lo veneran sin reservas, dirigiendo sus oraciones y rogativas a Él, con la certeza de que les concederá lo que le piden. Y que cada cuál crea en quien quiera y en lo que quiera.
Xàbia 03 mayo 2020.
Juan Legaz Palomares.
