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‘Día de la Mujer’, por Juan Legaz Palomares

08 de marzo de 2022 - 06:38

Desde hace unos años se ha establecido la costumbre de celebrar cada día del año con motivo de algún evento, enfermedad, fecha histórica… y muchas profesiones u oficios… etc. Confieso, de todo corazón, que de una gran mayoría de estos acontecimientos ni me acuerdo o no presto atención a tantas celebraciones, pero hay dos fechas que me emocionan y de las que nunca me olvido. Son, el Día de la Madre y el Día de la Mujer.

El Día Internacional de la Mujer se denomina en principio en homenaje a los derechos de la mujer trabajadora. En 1972 la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 3010, declaro 1975 Año Internacional de la Mujer, y en 1977 invita a los Estados a declarar, conforme a sus tradiciones históricas y costumbres, un día como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.

En varios países, entre ellos España, se ha decidido celebrar el día 8 de marzo. Debido a su origen y a los hechos trágicos que conmemora, esta fecha se utiliza para vislumbrar la desigualdad de género y para la lucha por la igualdad efectiva de los derechos de la mujer en varios ámbitos.

Sin embargo, aún respetando al máximo, todas las reivindicaciones y peticiones que desde distintas organizaciones femeninas se reclamen en favor de la mujer, pero, mi orientación se cimenta en alabar y homenajear con todos los honores, con todas las fuerzas de mi corazón a todas las mujeres, en especial a mi querida madre, y ¿por qué?Sencillo.

Sin ella no estaría en el mundo. Pienso que todos los que lean este relato estarán de acuerdo conmigo, porque ellos tampoco vivirían en este mundo si no fuera por su madre.

Pero, es mucho más profundo y significativo todavía, díganme si hay alguien que haya sido rechazado por su madre, en alguna ocasión, por muchos errores que haya cometido, equivocaciones o desatinos. Al contrario, siempre encontraron su amor, su cariño, su apoyo, su buen consejo y, por encima de cualquier desavenencia, su defensa a ultranza, tanto de bebé, como de niño o a cualquier edad. Está científicamente demostrado que, desde que somos engendrados en su seno nos alimenta con su propia sangre, y después al nacer amamantándonos con su exquisita leche nos transmite todo su cariño y amor.

Por lo que, no se puede comprender que nadie en su sano juicio sea capaz de insultar, maltratar física o psíquicamente a una mujer. Ya sé que, tristemente los hay. Merecen el castigo y el desprecio más absoluto. Sinceramente, no deberíamos necesitar que ninguna organización nacional o internacional se manifestase en favor de los derechos de la mujer. Con solo mirarnos al espejo de la cara de nuestra madre sería suficiente para mimar, amar, respetar y admirar a la mujer, dándole todo nuestro cariño y afecto. ¡Ah!, y no olvidemos que son iguales al hombre en todos los ámbitos de la vida. Así que, el Día de la Mujer, son los trescientos sesenta y cinco días del año y trescientos sesenta y seis si es bisiesto.

Si las mujeres se tienen que manifestar para revindicar derechos, mal andamos, algo no estamos haciendo bien. Así que, educación desde la niñez por el respeto y admiración de todas las mujeres.

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