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Restaurantes antiguos de Xàbia que siguen activos: ¿cuál ha sido su secreto?

17 de diciembre de 2023 - 07:57

Hablar de gastronomía es hablar de cambios. La hostelería ha realizado un giro de 180 grados en los últimos años, pero la tradición y la cocina casera ha sido siempre un punto importante a la hora de comer fuera de casa. Los bares y los restaurante siempre han existido, aunque hayamos contemplado un antes y un después en este mundo gastronómico.

En Xàbia, varios han sido los locales gastronómicos que han marcado una historia, pero ¿cuántos de ellos siguen abiertos?. Si echamos la vista atrás, a más de 60 años, los más mayores recordarán bares como el Bar Noy o el Jubama. Locales donde los vecinos de Xàbia se reencontraban para pasar un rato de ocio. Bares llenos de historias y anécdotas que solo quedan en el recuerdo.

Sin embargo, otros bares y restaurantes han conseguido mantenerse en pie, adaptarse a la transformación gastronómica pero sin perder la esencia que les hizo nacer y crecer. A día de hoy, Xàbia mantiene activos tres de los primeros restaurantes que abrieron sus puertas en la localidad: La Fontana, El Clavo y El Pósit. Lugares donde han ocurrido numerosas anécdotas y por los que han llegado a pasar todo tipo de personajes relevantes. ¿Cuál ha sido el secreto?. Hoy hablamos de Bar El Clavo.

El Clavo

El Clavo, situado en el barrio marinero de Duanes de la Mar, en el Puerto de Xàbia, abrió sus puertas en la Navidad de 1961 a manos de María Cardona. Fue uno de los primeros bares de este núcleo de la localidad dedicado a las tapas. Bar El Clavo ha permanecido en la misma ubicación desde su apertura y con prácticamente la misma estructura. Situado en un enclave único, frente a la playa de la Grava y a pocos metros del puerto pesquero, en sus más de 60 años de trayectoria, siempre ha sido un referente de la comida autóctona: pescado fresco, cocas y como no, su plato estrella: las Bravas con receta secreta, aunque en sus inicios tenían ‘Los Clavitos’ (que era un tipo de rosquilla con anchoa) que todo el mundo que se acercaba al bar pedía.

Pero para conocer con detalle su historia, la que le ha mantenido todo este tiempo al servicio de vecinos, turistas y visitantes, comenzamos por el origen de su nombre. El Clavo procede del antiguo negocio que se ubicaba en esta taberna, una carpintería «en la que se usan muchos clavos», indica el ex gerente del local, quien explica que «antiguamente no se solía poner nombre a los bares y fueron los propios clientes quienes empezar a llamar Bar El Clavo por el antiguo oficio que se realizaba en este local».

A partir de ahí, El Clavo se convierte en un punto de encuentro de marineros. Es un negocio familiar, por lo que todos deben echar una mano. María es quien encabeza el negocio, pero Bartolomé Cholbi, su hijo, es quien echa una mano tras su jornada de trabajo en la fábrica de ‘llata’ de Gata Gorgos. «Tenía 15 años cuando empecé a trabajar en el bar en horario de tarde ya que por la mañanas tenía otro trabajo, pero el local estaba siempre lleno y finalmente dejé el trabajo de Gata para dedicarme solo al bar», explica Bartolomé sobre sus comienzos.

«Me levantaba a las 4:00 de la madrugada por venían los marineros a tomar el café antes de salir a faenar y ya se enlazaba el trabajo con los que salían de las discotecas Molí Blanc y Hacienda. Venía a ser un 24 horas de aquel entonces. Apenas se cerraba unas horas para descansar. Estaba casi todo el día abierto durante todos los días de la semana», recuerda Cholbi.

El Clavo empezó siendo un ‘diminuto’ local donde apenas cabía una mesa. Unos años después, sobre 1971, con la construcción del edificio y los pisos que hay arriba del bar, se amplía el establecimiento llegando a tener un máximo de unas seis mesas en el interior, por lo que se considera que el bar es nuevo, y así ha permanecido hasta el día de hoy. Cuidando los detalles y ampliando el servicio a la terraza.

Entre sus anécdotas, Bartolomé cuenta la visita de distintas personalidades relevantes como políticos, famosos nacionales o internacionales o el exjugador del Real Madrid, Emilio Butragueño. Pero lo más divertido y anecdótico que recuerda Cholbi son los momentos vividos en días de fiestas: «uno de los episodios de risa era cuando entraba el manso al pequeño local con la gente en el interior. Fue una gracia de Paco Mestre que al final se convirtió en tradición y cada año, allí que venía la vaca».

Otro de los recuerdos que nos cuenta era el adorno entero del edificio en los días de fiestas y como no, la entrega de 3.000 botes de cerveza gratis en el Día del Cristo; «ese día cerrábamos el local y repartíamos cerveza a gogó por los ventanales».

Pero a estas anécdotas hay que sumar «cuando me ponía la diadema como si tuviera un clavo atravesado en la cabeza. Los niños se asustaban, pero era muy gracioso ver sus caras o que los propios padres te dijeran que te lo pusieras».

Ahora, 16 años después de jubilarse, El Clavo sigue activo. El negocio tomó las riendas de mano de Bartolomé cuando su madre se jubiló y ahora, después de que estuviera alquilado a terceras personas de 2007 a 2012, la tradición familiar continúa. El hijo de Bartolomé volvió a retomar el negocio en 2012 y ahí sigue. Tras tres generaciones, uno de los primeros restaurantes del Puerto de Xàbia conserva, después de 60 años, la esencia, el sabor y la tradición.

Deja un comentario
  1. Jerome dice:

    Una buenas paellas también las comí en el Diana con la familia que estaba en el Arenal años ha.

  2. Ana dice:

    Aquí falta gente por mencionar que trabajaron muchísimo en la cocina como son las hermanas de Bartolomé. Faustina, María y la más pequeña M° José. Que sin ellas probablemente no hubiera tenido la fama que tuvo. También se levantavan muy temprano y se acostaban muy tarde y con los quehaceres de la casa y los hijos/as a cuestas. Deberían de haberles preguntado también a ellas que seguro que tienen muchas cosas que contar…

  3. Dani dice:

    Estuve el pasado mes de julio y no es El Clavo que yo recuerdo, ha perdido mucho. La Fontana sigue siendo fantastica y El Posit muy bien a pesar de que ya no está Diego, que lo llevaba con maestría como ahora lleva Oasis

  4. Javier Campillo dice:

    Que recuerdos, y que paellas.


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