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‘Pantalones rotos’, por Juan Legaz Palomares

12 de agosto de 2020 - 12:27

Cinco palabras con “erre” le voy a poner a mi ropa: rajada, rompida, rota, roída de los ratones.

Rotos van los pantalones, algo más roto va, y lo que roto no está, va roído de los ratones.

Cuando yo era pequeño, mi madre como había escasez económica en mi familia, si me rompía el pantalón, que era normal en cualquier niño, me lo remendaba para disimular la rotura, y, cuando el roto se convertía en tronera, entonces procuraba, sobre todo en la parte trasera que era la más habitual en romperse, le colocaba unos parches de tela bien remedados, igual o parecida a la tela del pantalón, para tratar de disimular la rotura de la prenda en cuestión. Era corriente y habitual verlo en los pantalones de los niños pobres de mi época.

Ahora modernamente es frecuente observar a los jóvenes, tanto chicas como chicos, que visten pantalones rotos por la parte de las rodillas, el muslo o la pierna, en señal de moda o de aparentar un mejor o más destacado estilo en su forma de vestir. En verdad es bastante corriente comprobar el uso de esta prenda, no sé si para lucir parte de la rodilla, muslo o pierna, o quizá los flecos que sobresalen tras la rotura de los pantalones, o ahorro de tela. En cualquier caso, es la moda y es la que manda, y es preferible a otras modas mucho más dañinas y lesivas, que en no pocos arruinan la juventud y la vida futura de muchos jóvenes. Es momento de intentar ayudarles a reflexionar e inculcarles que todo lleva un tiempo, aunque no nos guste lo que suceda no podemos cambiarlo de inmediato, pero sí luchar porque esos cambios se produzcan. Hay que poner ilusión y también sacrificar algunos de nuestros placeres para llegar a conseguir las grandes obras del camino de cada uno.

Mientras no se rompa la vida propia o la ajena cualquier moda puede permitirse. Si nos alejamos de los afectos las roturas sin control pueden derivar en graves consecuencias y disturbios espirituales. Intentar no romper con las buenas compañías, que pueden darnos satisfacciones, consejos sabios, que son la fuente que genera felicidad e incluso rendimientos fecundos. Todo roto puede ser reparado, es posible, aunque complejo, llegar a la equidad en las acciones de extrema rotura, pero siempre hay un momento en el que se pueden remendar los errores cometidos. Si algo se rompe es fundamental mantener el equilibrio entre lo físico y lo intelectual. Por eso, los pantalones rotos, es un detalle más de la moda que no nos deben impedir seguir el buen camino. Hay que aceptar los cambios, porque la existencia y la naturaleza se hallan en constante movimiento. Nunca nada permanece igual y hay que asumir que existen rotos que conllevan dolor.

Los pantalones rotos no deben ser obstáculo para que las tinieblas ensombrezcan la luz. Cada cual que lleve el pantalón como le apetezca, sin olvidar la humildad, la generosidad y el respeto mutuo.

Lo importante, en definitiva, es que nuestro interior permanezca íntegro y no roto.

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