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Opinión César Mollá: «Mi más sincero reconocimiento»

21 de septiembre de 2016 - 15:32

Básicamente mi historia es similar a la de los 1.400 desalojados esos días, pero me gustaría centrarme en el albergue, su organización y la atención continua recibida. Yo había quedado con una amiga para cenar siguiendo nuestro ritual de siempre, tomar algo, cenar y copita. Fuimos al local de unos amigos. Eran las 19 horas. Había hidroaviones que iban y venían. Al ver que había más humo por la zona, decidí subir a casa a ver a mi madre. Serian como las 19:30 horas. Al llegar a casa había mucho humo y cenizas. Mi madre, como hacía calor ese día estaba en casa con las ventanas cerradas que estaba más fresquito, y no se había enterado de nada. Le di cinco minutos para vestirse (estaba en bañador). Y cuando ya nos íbamos a ir empezaron a avisar por megáfono para salir de las casas. Asomé la cabeza y pregunté ¿nos vamos ya?. Váyanse, pero ya mismo.

Incendio de Xàbia

Creo que fui el último al que dejaron subir. Ya sólo dejaban desalojar. Ya se encargaba protección civil de desalojar a los que quedaran. Bueno, bajamos al arenal, al local de mis amigos y estuvimos pasando el rato imaginando que sería cuestión de horas. Al anochecer, el espectáculo era estremecedor. Se veían las llamas en mi zona desde el arenal, pinos y palmeras ardiendo. Cenamos algo y pregunté a un voluntario de protección civil si había albergue de emergencia, ya que lo había leído en internet.

Era el instituto Antoni Llidó en el pueblo. Genial, pensé. No optamos por hotel pensando que no habría habitaciones. Llegamos al centro de salud, y en urgencias pregunté donde estaba el albergue. Nos lo indicaron muy amablemente. Llegamos, nos atendieron tranquilizándonos. Estábamos cansados, bueno, mi madre estaba más bien agotada a sus 80 años. Nos ofrecieron ir a alguna casa de voluntarios que estaban poniendo a disposición. La verdad es que con los nervios, y pensando que sería cuestión de una noche, además de observar que había muchos medios en el albergue, y estando seguros de que la información estaría allí y nos enteraríamos pronto de que todo había terminado, decidimos quedarnos en el albergue.

El instituto Antoni Llidó se convirtió en albergue

Pedí medicación para mi madre al médico de la cruz roja que había allí (nada importante, para poder dormir), y le dieron algo similar. Ya habían montado las camas, y había petates de emergencia. Como no pensaba dormir cedí mi cama y mi madre se acomodó en la suya. Nos ofrecieron de todo, comida, bebida, cualquier cosa que necesitáramos que lo dijéramos, y cada media hora venía alguien a la habitación a ver como estaban las personas que dormían.

Estuve toda la noche dando paseos o sentado en el albergue. Comí alguna coca, y bebí mucha agua, hacía calor, mucho calor ese día. Durante la noche venían voluntarios de la cruz roja, y traían camillas de otros pueblos, incluso trajeron colchonetas del polideportivo. También venían personas que donaban de todo, desde sacos de comida para animales hasta ropa, comida, etc, también había comida de restaurantes de jávea.

No sé cual sería mi cara, pero la cara de los demás era tristeza, incertidumbre y caras de no me lo creo. Había muchos perros, de vez en cuando ladraban, pero nadie se quejaba. Estuve sentado a la entrada hasta que empecé a dar cabezadas sobre las 5 de la mañana y me colocaron una colchoneta a la entrada y me invitaron a tumbarme y que descansara. Me quedé dormido. Mi madre durmió como un bebé.

Se instalaron varias camas para las personas desalojadas

El lunes nos despertamos pronto y desayunamos (la verdad es que había tantas cosas y tan variadas que no sabíamos qué desayunar). Un desayuno de lujo, aunque no teníamos mucha hambre. La verdad es que fue muy de agradecer. Había para todos los gustos.

Estuvimos tranquilos en el albergue esperando noticias, sobre las 12 dimos un paseo por el pueblo, pero de 20 minutos, el calor era terrible. Esa mañana varios medios me hicieron preguntas (había pocos españoles), y dada la situación, eran amables y preguntaban amablemente. Parecía que empatizaban un poco. Así que no me importó ponerme delante de la cámara o contestar preguntas.

A la hora de comer trajeron paellas variada, guisos varios, cocas, etc. Creo que venían de peñas o comisiones de fiestas o algo así, no estoy seguro (eran las fiestas en el puerto). Y había gente viniendo continuamente a donar de todo. Ropa, ropa de cama, comida, ventiladores, etc., hay que tener en cuenta que nosotros íbamos vestidos de calle, con cartera, tarjetas. Pero mucha gente fue desalojada a la fuerza con mascotas y lo puesto. Sin cartera ni dinero.

Persona desalojada con sus mascotas

Recuerdo caras amables.

Lo que sí que tenía fatal eran los ojos. Llevaba con lentillas desde la tarde del domingo, y no tenía líquido ni estuche de limpieza. Alguien me sugirió que preguntara a la cruz roja. Pregunté y como estaban haciendo el pedido de farmacia me lo trajeron. Estaba tan cansado que ni siquiera me di cuenta de que podía haber ido yo a la farmacia a comprármelo. La verdad, nos dejábamos llevar. Ya a estas alturas nos habíamos puesto en lo peor respecto a la casa. Y no teníamos ganas de pensar en nada. A la tarde intenté subir a casa pero no me dejaron pasar. Seguía cortada la zona.

Los bomberos trabajaron para salvar al máximo las casas

El lunes noche sí dormí en cama. Nos facilitaron toallas y estrenamos juegos de cama nuevos, donación de personas del pueblo. Hacía mucho calor. Montamos varios ventiladores nuevos, también donados y bien. La verdad es que yo solo monté uno y lo monté mal, pero a la vuelta de la cena alguien lo había arreglado. A mi madre le facilitaron la pastilla. Dormimos bien, había personas de guardia. Varias veces me levanté y me di una vuelta. Recuerdo la señora extranjera rubia que estaba absolutamente segura (se lo había dicho alguien) de haberlo perdido todo, y era todo lo que tenía. No podía dormir, estuvimos hablando un rato, y con alguien de Cruz Roja, cuya cara no recuerdo porque iba yo sin lentillas y soy muy miope.

Las donaciones eran impresionantes. Me comentaron que todo lo que sobrara se aprovechaba, o por cáritas o a banco de alimentos, o a otros albergues (había más fuegos en otros sitios). El martes por la mañana ya habían abierto las vías de acceso. Una reportera me pidió que, como iban a conectar en directo en 30 minutos, que necesitaban a alguien que hablara español para que saliera en pantalla. No quise, la verdad, estaba cansado para eso.

Gran donación de comida por parte de vecinos y asociaciones

Nos ofrecieron acompañamiento a casa por lo que pudiéramos encontrar. Pero yo no quise, había mucha gente sin medios para ir a casa, solos, que sí necesitaban acompañamiento. Pero les pedí que nos dieran algún teléfono de contacto por si teníamos que volver. Y me dieron un número. Comenté que si no llamaba es que todo estaba bien. Y me dijeron que no, que llamara de todas maneras cuando llegara a casa. Lourdes se llama.

También nos ofrecieron que nos llevásemos la comida que necesitáramos. Bueno, sabía que no había luz seguro, y por otro lado, todo lo que sobrara del albergue iba a banco de alimentos, cáritas, y otros albergues de otros incendios, así que cogimos lo que necesitamos, es decir, algo de fiambre (que si no se consume se estropea), agua y unos vasos de plástico. No sé, no se nos ocurrió otra cosa. Nos quedamos los neceseres de limpieza que ya los habíamos usado, y las dos toallas, también usadas (posteriormente alguien me ha dicho que eso lo lavan y se reutiliza). Bueno, ahora miro las toallas con cariño.

Registramos la salida y nos fuimos con miedo a lo que podíamos encontrar. Y llegamos a casa y todo terminó. En dos horas con luz. Había agua. Se notaba que habían entrado los bomberos o protección civil en el jardín. Había marcas en la grava, pisadas, etc. Claro que habíamos dejado las puertas del jardín abiertas de par en par. Seguramente por la actuación de los bomberos o protección civil en mi jardín, los daños fueron pocos. Fuimos muy afortunados.

Parcela afectada por el fuego

Llamé a Lourdes y se alegró. También vi al médico que estaba el domingo por la noche, que pasaba con su coche y me preguntó sonriente. Le dije que todo perfecto.

Y bueno, cuando a mi madre le preguntan que cómo estuvo no para de decir maravillas del albergue provisional, de lo bien que se ha portado todo el mundo y de lo buena que es la gente de Jávea. Curiosamente a mi me pasa lo mismo. No sé si es agradecimiento o reconocimiento, pero nunca me he visto en una situación así, y he comprobado que ha funcionado perfectamente, y si no es así no nos hemos dado cuenta.

Cuando dices que tu madre y tú habéis pasado dos noches en un albergue les suena raro. Bueno, pues de raro nada. Ahora sé que fue la mejor opción. Atendidos, en un sitio amplio, con personas que también están en la misma situación. Y yo les digo que fue lo mejor. No me imagino en una habitación de hotel o en una casa, nerviosos, sin saber nada, sin poder dormir.

Cientos de efectivos velaron por la seguridad de las personas

Y este es mi testimonio de aquellos días. Agradecimiento a todos, Cruz Roja, Bomberos Voluntarios de Jávea, Bomberos, Protección Civil, etc., etc., y al pueblo de Jávea todo lo que han hecho y cómo se han volcado en resolver esta desgracia, cada uno en su área.

Voy a Jávea desde que nací. La casa tiene dos años más que yo, y aunque a veces no estoy de acuerdo con muchas cosas, haré lo posible por conservar esta casa todo el tiempo que pueda para poder seguir disfrutando de este pueblo, este clima, estos paisajes y esta población. Mi más sincero reconocimiento.

César Mollá

2 Comentarios
  1. fernando llaguno arsuaga dice:

    De acuerdo con Juan.Yo incidiría en la RESPONSABILIDAD de los propietarios de ser un poco o un mucho más cívicos y limpios ya que hay parcelas que dan verdadero asco.

  2. Juan dice:

    Me sumo al agradecimiento a bomberos, personal de servicios aéreos, Guardia Civil, Policía, Protección Civil. Por supuesto a las Brigadas Forestales, que trabajaron lo indecible. Gracias a todos.
    Dicho esto, los incendios se previenen en invierno, hay que limpiar las parcelas, o los propietarios, o el Ayuntamiento de oficio. Luego pasa lo que pasa … y poco pasó gracias a los cuerpos mencionados, pero podía haber centenares de casas quemadas y quizá vidas segadas ¡¡¡


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