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‘No soy cinéfilo’, por Juan Legaz Palomares

17 de mayo de 2020 - 00:47

No soy cinéfilo, pero por este demoníaco encierro me he visto obligado a ver alguna que otra película. Y debo confesarles que, independientemente del tema, enseñanza o conclusiones que cada film nos pueda mostrar, solo hay dos que me han conmovido enormemente y que me han tocado la fibra sensible de mi corazón: la de la 'Vida de la Madre Teresa de Calcuta' y la del 'Papa Juan XXIII', el llamado 'Papa Bueno'. Todas las demás, que he tenido ocasión de ver, cada una con sus matizaciones, están enfocadas a conseguir poder y dinero, dinero y poder-.

Este binomio -dinero-poder-, es el denominador común de sus argumentos y del egoísmo insaciable humano que, desde una ceguedad ilimitada nos conlleva a autodestruirnos. Nada nuevo bajo el sol. Priman los intereses partidistas y personales sobre el bienestar de las personas. No hay ningún tipo de escrúpulos a la hora de masacrar al semejante.

Las guerras, las pandemias…esclavizan y matan, pero nosotros no escarmentamos, seguimos erre que erre, intentando sangrar hasta la extenuación al prójimo. Somos muy olvidadizos y no reflexionamos, ni siquiera unos minutos sobre las grandes lecciones que nos ha dado la historia de la humanidad.

No es preciso que les haga una retahíla de acontecimientos que están en la mente de todos, pero me referiré a algunas de las enseñanzas de las que nos advirtieron nuestros grandes sabios clásicos, pensadores y filósofos que nos precedieron. Y me ha parecido oportuno empezar por Cicerón: “Cuiusvis hominis est errare, nullius nisi insipientis in errore perseverare” (errar es propio de cualquier hombre, pero solo del ignorante perseverar en el error).

He decidido continuar con Blais Pascal: “Por muchas riquezas que el hombre posea y por grandes que sean la salud y las comodidades que disfrute, no se siente satisfecho si no cuenta con la estimación de los demás”. Continúa: “La desgracia descubre al alma luces que la prosperidad no llega a percibir”. Y la puntilla final: “Solo conozco dos tipos de personas razonables, las que aman a Dios de todo corazón porque le conocen, y las que lo buscan porque no lo conocen”. Qué gran lección nos da Pascal.

Fíjense en Platón: “El objetivo de la educación es la virtud y la meta de convertirse en un buen ciudadano”. Y… “La ignorancia es la semilla de todo mal”. Y sigue: “Si buscamos el bien en nuestros semejantes encontraremos el nuestro”. Y añade: “Ser sabio requiere tiempo y esfuerzo, pero sobre todo honestidad”.

También he querido elegir a Heráclito que señala: “Los asnos prefieren la paja al oro”. La percepción de lo valioso no está en manos de cualquiera. La última que he elegido es de Plutarco: “Los cazadores atrapan las liebres con los perros, muchos hombres atrapan a los ignorantes con la adulación”. Sin duda la manipulación puede generar adeptos. Por favor, leamos y aprendamos un poco más de la sabiduría de nuestros antecesores y construiremos un mundo más justo, más feliz y en paz.

Juan Legaz Palomares.

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