La anemoia es un neologismo para definir la posibilidad de sentir nostalgia de un tiempo que no hemos vivido. Esto es posible al observar fotografías antiguas, o escuchar a nuestros mayores narrar vivencias del pasado. Yo me defino como militante de esta nueva corriente, por ello, va a ser difícil escribir sobre la familia sin el sesgo sentimental, así que en este artículo intentaré centrarme en las cifras que aporta un valioso libro, el de los datos de los primeros huéspedes que tuvo el ‘Hotel Venturo’ fundado en 1947 por José Berenguer Sivera, que están minuciosamente plasmados en un centenar de folios.
Ahora podemos consultar este documento en el Arxiu Municipal de Xàbia gracias a la generosidad de Reme Berenguer Bolufer que ha cedido estos papeles de su abuelo para su digitalización, estudio y difusión.
Este libro de registros, es un instrumento de los años 40 de la Administración de Rentas Públicas del Ministerio de Hacienda, a través de la Dirección General Provincial de Alicante y bajo la supervisión de la autoridad competente para ello, el comandante de puesto de la Guardia Civil, para el negocio hotelero.
El ejemplar, supone una fuente de información brutal de la sociedad española de posguerra y de la diferencia de clases que antes del Desarrollismo de los 60, existe de manera pronunciada en España. En cada hoja figuran en columnas: el número de orden, el número de habitación, la fecha de entrada, nombre y apellidos, nacionalidad, lugar de nacimiento, edad, estado civil, sexo, profesión y el motivo de la estancia, que en el casi cien por cien de los casos, es por turismo. En el reverso de esta ficha, se halla el domicilio habitual del huésped, el tipo de documento que presenta para registrar su estancia, el punto de dónde viene, el punto dónde se dirige y la fecha de salida del hotel.
Cuando todavía resuenan los ecos de la Guerra Civil y acecha el hambre, con la alpargata y el macho como símbolos de la sociedad rural, se inaugura el primer hotel del pueblo, el de José Berenguer Sivera. Tiene teléfono y agua corriente en todas las habitaciones -algunas con bañera- cuando en ese mismo periodo muchas casas de la villa se abastecen de agua con la cisterna o el pozo.
El Hotel Venturo, además, ofrece otros encantos y servicios propios de los alojamientos de la Côte d’Azur. Pero ¿quién puede permitirse veranear en este maravilloso hotel boutique de la época situado en la vanguardia geográfica de la Costa Blanca? Pues, sobre todo, la élite burguesa valenciana, la misma que, en el resto del país, dispone sin dificultad por ejemplo, del codiciado pan blanco, un bien escaso en durante esos años.
Los registros nos indican que 326 valencianos de clase alta, procedentes del Cap i casal y de las ciudades industriales de Alcoy y Onteniente, pernoctan en el hotel desde julio de 1947 hasta junio de 1960. La mayoría de ellos descubren Jávea por los anuncios de la Estación del Norte en la oficina de los Autocares Venturo, un marketing exquisito y eficaz para lanzar directamente a la gente del agobio y bullicio de la capital a la serenidad del Mediterráneo.
Madrid es el segundo lugar de origen de los visitantes, aunque también los hay del resto de España como la flor y nata de Vizcaya -cuyos hijos serán los primeros vascos en tener chalets en el Tosalet- o Andalucía y Murcia.
Entre los huéspedes extranjeros, la mayoría son súbditos del Reino Unido y ciudadanos de Francia, pero también se alojan turistas que llegan desde el corazón de Alemania, Suiza, Austria, Bélgica, Dinamarca y otros lugares tan remotos como México, Brasil, Cuba, Estados Unidos y Canadá.
Sobre las profesiones de las mujeres, salvo algún caso de fuera de nuestras fronteras, consta el tristemente conocido ‘Sus Labores’ en la columna correspondiente del registro. Los demás empleos, reservados a los varones, son variados, pero siempre englobados en la cúspide de la pirámide social: diplomáticos, militares de alta graduación, el futuro gobernador civil de Alicante, Benito Sáez, miembros de las finanzas y de la aristocracia como Luis de Urquijo y de Losada, Pedro Lamata Mejías, escritor, diplomático y consejero del Reino.
Pero los profesionales liberales que más abundan en el listado, son, los abogados, seguidos por los médicos, los arquitectos -como Manuel Romaní Miquel-, notarios y registradores de la propiedad. Muchos ingenieros también se aproximan al Montañar para descansar en Jávea, como también lo hacen propietarios, comerciantes, inspectores de policía, funcionarios del estado, catedráticos, estudiantes, químicos, joyeros, farmacéuticos, enfermeras, maestras y niñeras, que acompañan a las familias pudientes de Madrid.
El mundo del arte también hace noche en el Hotel Venturo. Por sus instalaciones pasan José Capuz Mamano, escultor valenciano, Eugène Cloutier, escritor canadiense, Javier Clavo, pintor y escultor madrileño, Victor Van Beylen, pintor belga, María Isabel Suárez de Deza, escritora hispano-argentina, el cineasta danés, Hakon Mielche, Manuel Pérez Tormo, restaurador del Museo del Prado, el pintor de la ciudad del Turia, Genaro Lahuerta, el fotógrafo asturiano José de la Torre y varios actores y artistas británicos. Faltan muchos huéspedes, gente del cine español, el propio artista autor de la pintura que acompaña este artículo, José Manaut Viglietti y otros más, pues primero el staff toma nota en hojas en sucio en la propia recepción del hotel y después el personal del turno correspondiente, lo pasa a limpio o no, y es en ese proceso, dónde se han perdido varios nombres, aportando más magia si cabe, a este emblemático lugar del turismo xabiero de mitades del siglo XX.
El manido “nadie es profeta en su tierra” es el lema oficioso de nuestra ciudad, y José Berenguer Sivera, paradigma de este aforismo popular. Esperemos que, en un tiempo no muy lejano, este singular paisano sea reconocido por demostrar ser un auténtico visionario y luchador por la excelencia en toda obra acometida.
Dicen que el turismo tal y como lo conocemos, se inventó en Benidorm. No lo discuto. Yo sé que en Jávea, fue José Berenguer Sivera ‘Venturo’ el que quiso seguir la estela del veraneante de antaño, para que descubriera eso que los modernos y los cursis llaman hoy día Slow Life y que ha desaparecido completamente de los veranos de la Jávea actual.
José Font Caballero
Mi padre y mi madre…solteros, iban con la suegra a pasar dias de verano en el venturo…año 1946/47
Jose gandia blasco y despues ibamos con la familia , mis hermano y yo en los 50/60. Eramos asiduos en verano mes de julio. Tengo un granrecuerdo!!! Hotel Venturo! Cine de verano y parking para coches!!!
Muy bonito e interesante documento . Gracias.
Veo que también fueron huéspedes, industriales de mi pueblo Ontinyent, tengo curiosidad por saber sus apellidos. También se que en los 60,algunos pernoctar en la pensión pachanca