Durante trece años, un fotógrafo solitario viajó por la recóndita geografía de la religiosidad popular española con esa tenacidad visionaria que sólo pueden desplegar los grandes maestros que saben que es en las pequeñas fiestas y ceremonias rurales donde se esconde, ajeno a los objetivos de las cámaras más epidérmicas, el verdadero corazón de un pueblo.
Camuflado en el paisaje, integrado con naturalidad entre el paisanaje, el fotógrafo miró sin juzgar, intentó comprender y, solo cuando ante su encuadre se fueron componiendo en toda su complejidad visual las contradictorias relaciones entre la Fiesta y la Devoción, disparó sin dudar. Tenía todo el derecho a hacerlo, pues lo hacía desde la honestidad.
Este es el trabajo de Xavier Ferrer Chust que se podrá observar, en Ca Lambert, del 18 de septiembre al 20 de octubre, titulado Oremus y que forma parte de las actividades comprendidas dentro del Festival de Fotografía Ojos Rojos.