Un proverbio africano dice “para educar a un niño hace falta la tribu entera” en contraste con el modelo de familia nuclear que rige en las sociedades occidentales se destaca un modelo de educación más comunitaria.
Estos días estoy buscando datos sobre la vida en las casas de campo de Xàbia y me encuentro con un vacío. No he visto referencias a la vida que se realizaba en lo que se llamaba, ‘anar a la renda’ aunque sí sobre la escaldà y sobre los riuraus y hasta en exceso. Pero la renda significa muchas más cosas y entre ellas llevar a la práctica lo que indico al comienzo: “al hombre lo educa la tribu” porque estando en la renda es toda la familia e incluso los amigos de la vecindad, quien participa e influye en la educación de los menores que en ella están.
Muchas veces he dicho que las familias en Xàbia solían tener casa i caseta pero esto no ha de entenderse como en la actualidad, cuando hablamos de la segunda vivienda: la caseta era una prolongación de la casa del pueblo por cuanto la vida que se hacía en el pueblo se trasladaba al campo para realizar determinadas tareas que precisaban de espacios más amplios y una mayor cercanía a los campos agrícolas. La caseta no estaba preparada para vivir en ella de forma permanente como lo está en la actualidad la segunda residencia, por lo que llegado el momento de utilizarla se llevaban los enseres que se necesitaban de forma más perentoria y el día que se iban a la renda, se podía ver en el carro aquellos útiles más necesarios para el desarrollo de la vida familiar. En la caseta se iba a trabajar mientras que en lo que llamamos en la actualidad la segunda residencia se va a descansar. Hoy la segunda residencia supone una vida más desahogada económicamente mientras que la caseta suponía una necesidad para poder obtener más beneficios del trabajo efectuado y de la producción agrícola del labrador.
El tiempo de la renda era el tiempo que se estaba en la caseta para atender las tareas agrícolas más importantes. Pasadas las fiestas de San Juan se producía una diáspora en el pueblo y los caminos se llenaban de carros que trasladaban enseres del hogar a las casas de campo, las llamadas ‘casetas’ y en algún carro, en ese viaje, en lugar privilegiado y en una silla bajita se acomodaba a la abuela o el abuelo que de esta forma iba más descansado. Una vez aposentados los cabeza de familia en la caseta, irían llegando en los días siguientes otros familiares que iban a participar, colaborar y prestar su esfuerzo en todo este periodo de la renda.
Pero a la caseta se iba también con una perspectiva alegre e ilusionada, sabiendo que tras el trabajo se obtendría el beneficio que hiciera salir de apuros en el invierno próximo. Creo que el día que se marchaba a la renda era un día esperado por todos ya que además iban a disfrutar de la naturaleza, del sol y de los campos, dejando las cuatro paredes de la casa. Se cambiaba también de vecindario ya que en las casetas colindantes había otros vecinos distintos a los de la calle, por lo que las visiones de la realidad se modificaban.
Ir a la renda era trasladarse a la vivienda que iba a servir de punto de encuentro para la familia en un lugar que estuviera equidistante de las parcelas familiares agrícolas a ser posible para evitar el trasiego por las calles de la población y facilitar la recogida centralizada de toda la cosecha. En ocasiones la ‘caseta’ tenía un riurau adosado. Si bien en el riurau tenía lugar primordialmente la producción pasera, pero el riurau se convertía en palabras de Rey Aynat, en el epicentro de la vida doméstica, ya que en él se desarrollaba la misma. En el riurau se comía y cenaba y tras la cena, se realizaban las tertulias con las historias del abuelo y los cuentos de los tíos o los chistes de los primos. Si en el invierno se hacía esto alrededor del hogar (del fuego de la chimenea), ahora se hacía en el riurau con la charla amigable en un contexto de alegre disposición esperando que los ojos se cerraran para irse a dormir, lo que se aceleraba si era a la luz de un carburero o de un candil.
La tenencia de un riurau adosado hace necesario la presencia de un sequer, como un lugar destinado a secar pasas, higos, almendras, cacahuetes, tomates, … y necesitaba una extensión de una o dos hanegadas para cumplir su función, lo cual estaba también condicionado por las hanegadas de viña que tenía el agricultor y la cantidad de brazos para afrontar la elaboración de la pasa.
Igual que era necesario el sequer, el labrador tenía una serie de tablas donde se cultivaban productos agrícolas que les ayudaran a ser autónomos en lo que sería su dependencia del mercado. En este espacio se encontraban unos algarrobos que con las tablas que tenían alfalfa, se alimentaba al mulo que estaba en el establo y que junto a la paja, su alimentación estaba satisfecha. También el maíz ocupaba otras tablas que pasado el periodo de cultivo del maíz, se utilizaban para otros cultivos de temporada. La caseta tenía también algunas tablas de tomates, pimientos, berenjenas, melones y sandías así como algunos pocos frutales, entre los que siempre estaba el naranjo, pero también el limonero, la higuera, el granado, el manzano y algún peral.
Entre las tablas podía correr el agua con la que se regaban dichas tablas cuando se disponía de la misma tras el contrato con el motor del agua. Todo este cultivo en Gata recibía el nombre de ‘pan llevar’ ya que lo que se producía eran productos para llevar al hogar familiar y no solo en el tiempo de la renda sino también el resto del año.
Pero la renda significaba socializarte y relacionarte con el resto de miembros de la familia. Pues había muchas tareas comunes en las que debían intervenir todos los miembros, si bien cada uno tenía sus propias funciones. Era el encuentro con personas que acudían para colaborar en esa tarea común, donde todos tenían su lugar pero diferenciado donde las mujeres tenían una función distinta a la de los hombres y los mayores distinta a la de los pequeños. Era una micro-sociedad con los papeles definidos en un momento preciso. (Continuará)
Juan Bta. Codina Bas
Me ha encantado tu artículo; es muy interesante
Espero impaciente la continuación.
Un abrazo
Felicidades Juan por tu constancia publicando artículos .
Es fácil coincidir con tu amor por Xæbia.
Me ha encantado. Me recuerda a mi yayo cuando nos contaba historias las cuales coinciden con el artículo. Me encantamj
Muy interesante el artículo. Me ha recordado la sombra del «garrofer» , bajo el cual nos sentábamos, y hasta dormíamos la siesta, si en el riurau hacía mucho calor.
Felicidades a Juan Bautista Codina Bas por su excelente y amena descripción de años pasados (finales del 1800 o primeros del 1900 ??). La continuación es esperada con gran interés.
Quizás hay algún libro antiguo que describa parte de esto ??
Repito, felicidades Juan Bautista
Son vivencias de los años 1954 a 1960. En la continuación lo explico. (Seguirán tres o cuatro relatos más)
Me ha encantado! Que forma más amena de vivir experiencias pasadas y que gran momento ese de la renda. Espero con impaciencia el siguiente artículo. Gracias Juan!
Excelente y entrañable artículo. Leerlo supone, en especial para los mayores, un recorrido por el pasado, porque todo lo que en él se dice, de una u otra forma, lo hemos vivido. Me trae muchos recuerdos, por citar alguno, el de las tertulias por la noche a la luz del carburero o de la luna, de las contarallas de los viejos, que sabían mucho, historias de carabineros, contrabando, la cosecha de la almendra, del garrofer que mucho agradecía la presencia humana y un sinfín de anécdotas que me vienen a la memoria, como las que contaba el tío Carmelo que tenía su casita de la Plana…
Espero esa continuación que tanto recuerdo trae.
Wonderful