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‘Cuando las olas te rompen por dentro’, por Juan Legaz Palomares

24 de octubre de 2021 - 00:20

Cada vez que me alejo de la preciosa Bahía de mi querida Xàbia, las olas me rompen por dentro. Pesadillas, ansiedad, pánico… Primera ola, segunda, tercera…, hasta que pierdo la cuenta porque se me nubla la vista. No sé si el problema es grave, pero me temo que peligra la salud si me ausento largo tiempo de ti, Xàbia.

Con la pandemia me tuve que pasar más de seis meses sin gozar de las preciosidades que posee, y sin poder respirar los aires que estimulan mis pulmones, mi espíritu y me incentivan la inspiración. Llego, y mientras noto, cómo se alivian todos mis dolores, tristezas desaparecen todas mis nostalgias con una rapidez asombrosa. Por lo que, cada vez me resulta más gravoso vivir ausente de Xàbia. En ella recibo una sedación milagrosa sin necesidad de tomar pastillas o potingues que aplaquen la ansiedad, y el nerviosismo que te rompe la estabilidad emocional.

Se lo comento a mi amigo el psiquiatra y me aconseja que pase de consumir pastillas para la ansiedad, porque es fácilmente solucionable con una visita periódica a Xàbia. Entonces, me dije: “¿para qué tengo necesidad de atiborrarme a tomar pastillas si tengo un remedio mucho más efectivo, más sano y gratuito?”. Se acabaron las pesadillas, la ansiedad, las visiones extrañas, y las olas rompen por dentro para ahogarme de felicidad.

Como soy muy sensible a sensaciones emotivas, pero, tras más de seis meses sin vislumbrar a mi querida Xàbia, empezaba a llorar por dentro y, hasta por fuera. La privación de las olas y el olor de ese mar, rompían por
dentro mi corazón y tenía hasta la voz quebrada, y seguía soñando con regresar, aunque algunas veces pensaba si no volvería nunca más, y me asaltaba la idea de romper el confinamiento para que las olas de la Bahía rompieran de gozo el corazón y la mente de satisfacción.

Los síntomas que padecía no eran, afortunadamente, los del Covid-19, sino que tienen un nombre: “trastorno por la carencia de vislumbrar a mi Xàbia”.

Fue una experiencia que sentía como si peligrara mi integridad física o la de alguien cercano, y pasé un miedo muy intenso. Mi psiquiatra me comentó que era un cuadro clínico que reúne todas las características típicas de revivir una y otra vez el suceso de las pesadillas, angustia grave, crisis de ansiedad, pensamientos negativos…, hasta que, por fin, pude cruzar la frontera comunitaria, y ahí, se esfumaron todos los síntomas y retornar mi estado de normalidad, tras poder volver a visitar a mi querida Xàbia.

De seguir la prohibición, no sé si hubiera sido capaz d superar los síntomas, y tal vez, hubiera entrado en una espiral de un trastorno que podía haber quedado encapsulado y crónico.

Pero, se acabaron los temores, he vuelto. Y debo confesar, sin ánimo de mentir, que, con más energía y muchas más ganas de disfrutar de las maravillas que, sin coste alguno, me brinda mi Xàbia. Cuando percibí el olor a mar con la primera ola se acabaron las pesadillas, la ansiedad, el nerviosismo y… a disfrutar y “dormir a pierna suelta” que dice el refrán.

Qué exagerado, este señor, pensaran los lectores. ¡No, no! Les aseguro que no habla la pluma, sino el corazón pletórico de amor y salud al respirar los aromas de este pueblo mediterráneo plagado de innumerables y encantadoras maravillas.

Con cada nueva ola los problemas se iban diluyendo y empecé a restituirme del agobio pandémico. No estoy loco, todo es verdad, aunque no me crean o no me comprendan.

Cuando las olas te rompen el corazón es preferible que lo hagan como lo hace mi querida Xàbia conmigo: “Repletas de Amor, Paz y Felicidad”.

Juan Legaz Palomares.

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