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‘Antonio Bas Blasco, a propósito de El temps de la renda’ por Juan Bta. Codina Bas

28 de diciembre de 2020 - 00:35

La edición del libro que con el título de El temps de la renda estoy preparando y que he previsto esté distribuido entre los amigos que me han facilitado informaciones al respecto de aquel momento y algunos ‘allegados’ (palabreja que se ha puesto de moda con motivo de la pandemia de 2020) que me lo han solicitado, lleva algunas ilustraciones inéditas de seis autores, contando una mía.

Tales ilustraciones son de mi tío Pedro Bas Codina, con un óleo de 1939; su hijo y de mi primo Manuel Bas Carbonell quien en una etapa de su extensa y dilatada biografía pintó algunos óleos en los que muestra diversos paisajes de Xàbia; de mi amiga de 94 años, Rosa Cortell Vallés, que hizo donación de parte importante de su obra pictórica a Cáritas de la parroquia de San Bartolomé de Xàbia para que pudiera obtener algunos beneficios para sus atenciones y también entregó al Ayuntamiento de Xàbia algún cuadro para la colección pictórica de la Corporación municipal; de
una acuarela de mi hijo Juan Bta. Codina Torres y un monotipo realizado por mí, en este caso ilustrando la olivera milenaria.

Pero quiero destacar, sobre manera, las acuarelas de Antonio Bas Blasco que por deferencia de su hermana Rosario Bas, he incluido entre las ilustraciones del temps de la renda. Y es necesario destacar a este pintor por cuanto figura en el Diccionario de Pintores Alicantinos y en el Diccionario de Artistas Valencianos del siglo XX de Francisco Agramunt Lacruz pero con dos datos erróneos (primer apellido y año de nacimiento) que lleva a confusión, por lo que considero que es de justicia subsanar este olvido.

Nació en Xàbia en 1937. Su amigo Enrique Bas Espinós decía que su padre le dejaba que frecuentase el estudio de Soler Blasco alentando de este modo su vocación de artista y pintor. En 1956, el Ayuntamiento de Xàbia le concedió una beca para la Escuela de Bellas Artes de Alicante, en 1959 amplió estudios en Barcelona; pasó por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y concluyó los estudios en la Facultad Complutense de Madrid. Y fue Soler Blasco quien nos da una opinión acertada, por cuanto también es pintor, de su obra y de sus inicios: Nos dice que “es un pintor de temprana vocación que desde su principio se impuso el sacrificado aprendizaje del arte en los centros oficiales de las grandes ciudades, por lo que muy joven tuvo que alejarse de los suyos” y su paso por los centros oficiales le dio un gran dominio de la técnica y el dibujo.

Soler Blasco hace una interpretación de su obra casi psicológica cuando dice: “Curiosamente sus cuadros muestran un mundo panteísta en los que flota como una pesadilla, un trasfondo de angustia y de soledad que intenta aferrarse a las formas, concretándolas con dinámico perfil para que no se le escapen, y formando con todo ello su propio mundo interior. Y así es como a su impresionismo de origen superpone un latente expresionismo inquisidor de rebuscas que intenta hablarnos de colores de recio impacto, contrastados con maravillosos grises, de árboles mágicos y mares utópicos, y sobre todo de aquellas inefables escenas de la ‘escaldá del raim’, ‘els canyissos’ y las vaquillas, todo lo cual pervive en el fondo de su conciencia.”

En 1977 la reseña que se realizó de su exposición en la Galeria de Arte Tronchoni de Valencia se destacaba su encuadramiento en la “línea postimpresionista siguiendo los pasos de pintores como Francisco Lozano, de quien fue alumno, Genaro Lahuerta y el castellonense Porcar, pintura clásica, en la que expresa la verdad del color, sin influjos políticos, desarrollando su verdad plástica técnicamente, sin tapujos ni mediocridades; su verdad es la expresión de la construcción de su oficio: pintar.”

El pintor que falleció en medio de una circunstancia dolorosa tras sufrir su vivienda un incendio (el próximo año el 16 de agosto se cumplirá el 20 aniversario de su fallecimiento) mantiene viva su imagen y su recuerdo en su familia y amigos.

¿Cómo era Antonio Bas? Hay un párrafo de Enrique Bas que nos dice: “Una vida que parecía no hecha para este mundo, desprendida y hermosamente ingenua, se diluía en un inesperado desenlace”. Su sobrina Rossana nos añade algunos rasgos de su figura y completa la visión que tenemos del pintor: “Yo destacaría su integridad moral, su enterreza; el que siempre se mantuviera digno, aunque todo ello le costara caro en muchas ocasiones en términos de prestigio y de reconocimiento… Fue un idealista, persiguiendo -y logrando- su sueño de ser pintor desde que era muy pequeño, cuando llenaba las paredes de casa con sus dibujos. Tenía un verdadero talante de artista. Una vez le pregunté si se arrepentía del camino que había elegido y con esa rotundidad con la que hablaba a veces, me miró fijamente y me dijo:¡nunca!”.

Creo que además del homenaje que Xàbia le tributó tras su fallecimiento, del que no queda memoria apenas, cabría completarlo con algún reconocimiento del que quedara constancia en la historia de la villa. La recuperación de su memoria así lo requiere, así como un estudio desde el punto de vista pictórico de su obra, para el que no me considero experto.

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