Terror en alta mar: la matanza de los marineros de Dénia a bordo del navío norteamericano Terror en alta mar: la matanza de los marineros de Dénia a bordo del navío norteamericano
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Terror en alta mar: la matanza de los marineros de Dénia a bordo del navío norteamericano

30 de octubre de 2022 - 09:07

Corría el año 1862. Los jóvenes marineros de Dénia Francesc Dolz y Such y Pere Pasqual Joan Vives y Bauzà, hartos de la pobreza recurrente de las costas de la Marina Alta, decidieron probar suerte y labrarse mejores fortunas en otros mares.

Era un día de primavera y solamente debían llegar al puerto de Valencia para encontrar a ciencia cierta algún barco que les ofrecería alguna llamativa posibilidad. Y así fue. Por el muelle corría la voz de que las 800 toneladas del barco Reindeer, de bandera norteamericana, precisaba de más tripulación para su cometido: después de descargar en tierras valencianas, debía recoger sal del puerto de Sete, Francia, para distribuirlo entre Liverpool y Nueva York.

El capitán del barco, James William Hewitt, quien custodiaba 800 napoleones para hacer las transacciones de la nueva carga, aceptó a los dianenses como refuerzo. Así fue como los jóvenes huyeron del litoral que los vio crecer.

A bordo del Reindeer

La mercancía adquirida en Francia no fue tan costosa como estaba planeado. El capitán guardó cuidadosamente el dinero restante y pusieron rumbo a Inglaterra, después de acordar el reparto exclusivamente en tierras inglesas.

Se desconoce si los de Dénia subieron al Reindeer con la intención de hacer lo que estaba a punto de pasar. Pero de lo que no cabe duda es que la noche del 9 de julio de 1862 ellos protagonizarían una terrible historia que pronto coparía las páginas de prestigiosos periódicos como The New York Times.

Una madrugada sangrienta

A pocas millas de distancia de la costa granadina de Motril, Dolz, con la escusa del hambre, acudió al hombre que hacia su guardia durante la madrugada. Este, para poder cortar la comida, le entregó un cuchillo con el que, acto seguido, el dianense no dudó en asestar una puñalada a la cabeza del marinero.

Desde la proa hasta la popa, Vives se unió a Dolz en dirección al timonel. El segundo hombre en su camino no corrió mejor suerte. Otra puñalada en la cabeza para él le hizo desplomarse y dio vía libre a ambos marineros para aprovisionarse de cuchillos, machete y pistolas. Todo un arsenal que les sirvió para abatir a cada uno de los compañeros hasta llegar al camarote del capitán.

El encuentro con Hewitt

Hewitt, dormido, recibió dos puñaladas que hicieron del habitáculo un rio de sangre. Dolz y Vives lo dieron por muerto y, entre cuchillazos y disparos, poco a poco ganaron terreno al resto de la tripulación. Pero el intento del oficial por reanimar al capitán herido dio sus frutos y Hewitt recuperó la consciencia. Sin embargo, el oficial, dubitativo y temeroso, no obedeció las órdenes que de él se esperaba respuesta.

El capitán, en su último intento por parar la temeraria matanza de los de Dénia, disparó contra ellos, pero la pérdida de sangre le hizo desplomarse y perder finalmente el sentido. Con la mayoría de hombres bajo control, los traidores marineros reclamaron el dinero que sobró en Sete amenazando con hacer arder el Reindeer.

Ante tales amenazas, el primer oficial finalmente entregó el botín. No contentos con el sanguinario escenario, Dolz y Vives terminaron por prender en llamas el gran barco para escapar finalmente en uno de los botes salvavidas.

Corto regreso a Dénia

La huida los condujo a Málaga, desde donde zarparían hasta Alicante en un barco a vapor. Dos días después ya estaban de regreso a Dénia. Envueltas en mentiras, sus bocas hablaron a los suyos de un naufragio del que solo ellos pudieron sobrevivir. Lo que no sabían es que días antes el Reindeer y la tripulación superviviente habían sido rescatados.

El barco Minstrel, de Boston, y el británico buque Susannah habían acudido alertados por las grandes llamas del destrozado navío norteamericano. Los cuerpos mutilados y los heridos supervivientes hicieron ver a los rescatadores que lo que allí había sucedido se alejaba de ser un trágico accidente.

El 12 de julio llegaron a Málaga todos los hombres que podían contar el horror que habían sufrido en sus propias carnes. Un horror que llegó al consulado de Estados Unidos y de ahí al ayudante militar de Dénia. Dada la orden de arresto, Dolz y Vives fueron capturados el 18 de julio.

El veredicto inesperado

Pero su suerte por la barbaridad cometida no correría en calles dianenses. Se ordenó su regreso a Málaga, donde serían interrogados y juzgados. Finalmente, los marineros reconocieron los hechos, pero alegaron maltratos por parte del resto de tripulación como forma de escapar de la justicia y para resguardarse en la defensa propia. Tampoco llegaron a admitir haber prendido en llamas el Reindeer.

Finalmente, el caso pasó de los tribunales civiles a manos del departamento marítimo de la Armada. En 1864 se celebró un consejo de guerra por la causa de rebelión en alta mar de los de Dénia con un resultado inesperado. La pena de muerte que pedían se sustituyó finalmente por la cadena perpetua.

Poco más se sabe de aquellos dos sanguinarios marineros de Dénia. Lo que sí se desprende de la historia es que el entonces alcalde dianense afirmó nueve años después no volver a conocer el paradero de Francesc Dolz, dejando un final incierto para los criminales que quedaría en el olvido de las más oscuras historias de la capital de la Marina Alta.

Fuente

Esta historia real se recoge en el libro Històries de crims i criminals de la Marina Alta escrito por el periodista dianense Antoni Reig Pérez. Editado por Edicions 96 SL, recoge todo un estudio elaborado por Reig de algunos de los crímenes más llamativos ocurridos o protagonizados por personas de la comarca entre 1844 y 1932.

El escritor recibió el I Premio Antoni Lluis Carrió, de investigación y ensayo concedido por el Institut d`Estudis Comarcals de la Marina Alta con esta obra.

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