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‘Suspiros’, por Juan Legaz Palomares

26 de junio de 2021 - 06:10

La pandemia, sus consecuencias, las mentiras y la pléyade de errores que se han cometido, ha desconcertado a todos los seres humanos independientemente del país o lugar en que habiten.

Cuando paseamos por la calle oímos y escuchamos con bastante frecuencia “suspiros”, lamentos y, hasta derramamiento de lágrimas por alguna desgracia o situación desagradable, o quizá fatal, que le ha sucedido a un elevado porcentaje de los paseantes. Pocos son los caminantes, vecinos o amigos que nos manifiestan un rasgo de alegría, una sonrisa o un atisbo de esperanza. Más bien vemos, rostros abotargados, con ojeras y lánguido semblante. La catastrófica pandemia no cesa, no da tregua y ha eliminado ilusiones, proyectos y toda una gama de futuribles que han sido dilapidados con nocturnidad y alevosía por un invisible virus, que ha puesto en alerta a todo el planeta tierra.

El acelerado palpitar de mi corazón me arrastra a buscar en el diccionario de la RAE el significado de suspiro y, entre otras acepciones, señala: “Aspiración fuerte y prolongada seguida de una espiración profunda y a veces acompañada de un suave gemido, que generalmente está motivada por un sentimiento de pena, dolor, alivio o deseo”.

Y como revulsivo me atrevo a recordar el famoso y popular pasodoble español que fue compuesto por el maestro marteño Antonio Álvarez Alonso en la ciudad de Cartagena en 1902. En 1938 se le añadiría letra por José Antonio Álvarez Cantos, sobrino del compositor, para ser cantada por Estrellita Castro. Después por otras figuras como la famosa valenciana Conchita Piquer con su voz dulce y melodiosa que embelesaba y cautivaba a España y al mundo entero. De todo el contenido de la letra he preferido elegir estas dos estrofas:

Tierra gloriosa de mi querer
tierra bendita de perfume y pasión
España, en toda flor a tus pies,
Suspira un corazón.

¡Ay de mí, pena mortal!
¿Por qué me alejo España de ti?
¿Por qué te arrancan de mi rosal?

Suspiren, pero no se amarguen, sonrían, sean felices, y vivan con ilusión y con esperanza este lúgubre y angosto calvario, porque volveremos a vivir un amanecer glorioso en el que tornará la florida primavera con un estallido de flores, felicidad y amor, y festejaremos con mucha más alegría, vigor y euforia todas las celebraciones que ladinamente nos había robado el traidor coronavirus.

Los suspiros se transformarán en besos y abrazos que llenarán nuestros corazones de un feliz amanecer en el que respiraremos luz, amor, paz, felicidad, y desaparecerán las penas, las tristezas, los dolores y suspiraremos los aromas que nos brinda la maravillosa naturaleza.

Y yo, retozaré contento y jubiloso en el Edén de mi querida Xàbia que llena mi corazón y mi alma de júbilo y felicidad. Suplicándole al Todopoderoso Creador que mi último “suspiro” al morir me lo conceda en esta bendita tierra de Xàbia a la que tanto amo.

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