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‘Sueño con tu bahía’, por Juan Legaz Palomares

15 de mayo de 2022 - 06:16

Como hace ya bastantes meses que, por circunstancias ajenas a mi voluntad, no disfruto de las innumerables bellezas de mi querida Xàbia, me rememora mi mente y escribir sobre los recuerdos que animan y alegran mi corazón, aún en la lejanía.

Una tarde soleada de verano y limpio el cielo de nubes, desde la terraza de mi apartamento en la calle Virgen de Loreto de Aduanas, mientras que la suave brisa marina de la maravillosa Bahía me acariciaba el rostro observaba atónito, cómo el oleaje golpeaba el peñasco saliente del Cabo de San Antonio que se halla a nivel del mar, su espuma blanquecina y rizada, repetía la ceremonia al chocar con la roca en décimas de segundo, sin que tuviera tiempo visual de distinguir el espacio que transcurría entre una ola y la siguiente. No podía apreciar si la mar se enfurecía o se calmaba, porque la incesante espuma blanca haciendo tirabuzones irrumpía en el pico saliente del Cabo que divisaba desde mi balcón.

Esta acción repetitiva de anillos de espuma blanca llamaba la atención de mis pupilas que disfrutaban del panorama al son de una melodía lejana, que parecía que era entonada por una orquesta de músicos celestiales. ¿Será realidad? ¿Será un sueño? ¿Cómo puedo percibir al mismo tiempo tantas visiones hermosas y el eco de tantos sonidos agradables al oído al unísono? ¡Oh, amigo! No te sorprendas, ¿o es que te has olvidado de que estás en Xàbia? Un lugar paradisiaco que inunda los cinco sentidos de amor, paz y felicidad. Reaccioné y respondí: perdón, las maravillas
posiblemente me han ofuscado, cegado y he llegado a perder la cordura.

Intentaré regresar a la realidad y a palpar todos los magníficos momentos de satisfacción y gozo que me ha brindado y brinda mi querida Xàbia. Yo, ensimismado con la luminosidad del anochecer, embobado con el despuntar de la luna enrojecida, que asomaba por la escollera del faro verde como si emergiera del mismo mar, se me iban doblegando los
párpados hasta que terminaban tapándome la visión y, cubierto por plateados anillos de espuma blanca, balanceado por dos ángeles me dormía placenteramente hasta que el sol saliente y brillante me despertaba avisándome de que había amanecido, y mi cuerpo gozoso se recreaba volviendo a contemplar los aros de espuma blanca y la inmensa
luminosidad del “Amanecer de España” de la incomparable belleza de la Bahía.

Comprendí que, cada mañana, el sol sale, y que cada amanecer es más y más atractivo. Es, el paisaje que ofrece de variopintos colores que se mezclan con el azul celeste del mar y penetran en el órgano de la visión como un rayo veloz, con un gran regocijo que se lo transmiten a la mente y, esta a su vez, al corazón, que late con una euforia propia de un placer inesperado hasta caer rendido a las maravillas que te anegan todo el cuerpo y te reviven los gozos inimaginables, y transforman en deleite glorioso todo nuestro ser, tras la contemplación de lo que estamos
presenciando.

Se había cumplido mi sueño. He vuelto a contemplar tu hermosa Bahía. Había nacido un nuevo día, un sol que no falta a la cita, una nueva vida que se felicita por el regreso de los pescadores sanos y salvos a puerto.

Juan Legaz Palomares.

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